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Platense campeón: una hazaña histórica para el fútbol argentino

2025-06-01

Platense campeón: una hazaña histórica para el fútbol argentino
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Con un golazo de Mainero y una actuación táctica impecable, Platense venció 1-0 a Huracán en Santiago del Estero y levantó por primera vez un título de Primera División. Una epopeya inolvidable para un club con 120 años de historia.

Por: Adriano Bianchini / Foto: NA

Platense lo hizo. Contra todos los pronósticos, frente a un rival con más pergaminos y en un escenario imponente como el Estadio Único Madre de Ciudades, el Calamar se impuso por 1-0 ante Huracán y se consagró campeón del Torneo Apertura 2025, el primero en toda su historia en la máxima categoría del fútbol argentino.

El equipo dirigido por Favio Orsi y Sergio Gómez coronó un camino que combinó intensidad, orden táctico, inteligencia y compromiso colectivo. Lo que empezó como un sueño tímido fue tomando forma jornada tras jornada, hasta alcanzar la gloria en una final que tuvo todos los condimentos.

El gol que definió el partido fue una obra de arte: a los 20 minutos del segundo tiempo, tras un tiro libre ejecutado con precisión por Taborda, Ignacio Vázquez bajó la pelota de cabeza en el área y Agustín Mainero, de volea y de zurda, la clavó cerca del ángulo. Golazo, grito desgarrador, y desahogo para un equipo que no especuló.

UN ESTILO QUE SE VOLVIÓ IDENTIDAD

Platense construyó su éxito a partir de una idea clara: solidez defensiva, sacrificio colectivo, y aprovechamiento máximo de cada pelota detenida. En la final no fue la excepción: el Calamar defendió con uñas y dientes cada centímetro, bloqueó los caminos de ataque de Huracán y supo leer los momentos del partido con maestría.

El arquero Cozzani respondió cuando fue exigido, Nacho Vázquez jugó como un verdadero capitán y Taborda fue el faro en cada avance. Mainero se llevó los flashes por el gol, pero cada futbolista tuvo su papel en esta gesta inolvidable.

HURACÁN EMPUJÓ, PERO NO ALCANZÓ

El equipo de Frank Kudelka tuvo sus chances, sobre todo en el primer tiempo, donde dominó territorialmente. La dupla Mazzantti-Miljevic complicó a la defensa calamar y Urzi fue el más punzante. Sin embargo, le faltó profundidad y precisión en los metros finales.

En el complemento, Huracán perdió claridad y se desordenó. El ingreso de Wanchope Ábila no cambió la historia, y los últimos minutos fueron puro empuje sin ideas. El Globo volvió a quedarse a las puertas, como en la Copa de la Liga pasada.

UNA EPOPEYA PARA EL BARRIO

El campeonato de Platense es más que una estrella en el escudo: es una declaración. El club de Saavedra, de la esquina de Crámer y Pedraza, del viejo estadio de tablones, de los ascensos sufridos y los regresos milagrosos, se mete en la elite con una gesta para la eternidad.

Pasaron 120 años para que el Calamar pudiera gritar campeón en la máxima categoría. Desde el mítico Polaco Goyeneche hasta los pibes que sueñan en inferiores, todos tuvieron su lugar en esta historia. Porque este título también es de los que ya no están, de los que llenaron la cancha en el barro del ascenso, de los que nunca dejaron de creer.

CONTEXTO: EL RECORRIDO HACIA LA GLORIA

Platense llegó a la final tras una campaña sólida en la fase regular del Torneo Apertura. Eliminó a River en cuartos y a San Lorenzo en semifinales, con un juego basado en la estrategia, el orden y la fortaleza mental. Lejos de ser favorito, fue superando obstáculos y construyendo un relato épico, que se cerró con el título en Santiago del Estero.

Orsi y Gómez, los técnicos, supieron moldear un equipo a su imagen: pragmático, intenso y confiado. Jugadores como Picco, Schor, Taborda y Vázquez fueron pilares fundamentales. Y el gol de Mainero será recordado como la obra maestra que coronó el campeonato.

FINAL DEL CUENTO: PLATENSE ES CAMPEÓN

El fútbol argentino escribe cada tanto estas historias que desbordan emoción. Hoy, Platense entra al selecto grupo de los campeones. Y lo hace con un estilo propio, con orgullo de barrio, con lágrimas en los ojos y una bandera bien alta.

Porque si hay justicia poética en el fútbol, este título le pertenece a todos los que alguna vez cantaron “las buenas ya van a venir”. Y vinieron. Con todo.